lunes, 16 de agosto de 2010

OH!


El verano pasa en un abrir y cerrar de ojos y, para cuando te quieras dar cuenta, ya estás con el abrigo puesto y la bufanda liada al cuello. Lo mismo pasa con los exámenes de septiembre.
Cuando llega agosto te percatas de que, como no te des prisa, alcanzas el 1 de septiembre tan verde como la lechuga.
Es un hecho general, todas las personas que tenemos algún examen en septiembre nos pasa. Y entonces es cuando nos preguntamos; ¿y la promesa que me hice en junio?. Nada, te prometiste a ti mismo empezar a estudiar, pero entre el calor, la playa, la piscina, los amigos, las cervecitas, las fiestas, los moros, los cristianos… pestañeas dos veces (si llega) y ya es final de agosto.
Y es que esto es así, el curso se hace larguísimo, mientras el verano casi ni puedes rozarlo. Ahora es nuestro deber asimilar lo que no se ha hecho durante el verano y empollar los codos hasta que desaparezca ese lucido moreno y empiecen a pelarse.

1 comentario:

  1. puff.. pues yo no me hice ninguna promesa porque sabía que no la iba a cumplir XDD
    pero eso sí, cuesta mucho muchisim ponerse ahora... sobre todo después de la desilusión que me llevé en junio con las notas :'''(
    ánimo!

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